Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

Lluvias intensas golpean la costa: daños, desafíos y un llamado a actuar
“Llovió más de lo previsto, subió el nivel del mar, los drenajes colapsaron y más de 100 mil personas terminaron afectadas. ¿Qué falló? La respuesta es tan evidente como incómoda: no se invierte en ciencia.”
Así lo resume Telmo de la Cuadra, oceanógrafo miembro del Comité Consultivo de Oceanografía de la ESPOL, durante su participación en el programa, donde explicó con claridad las causas detrás de la emergencia por las fuertes lluvias que afectaron a la costa ecuatoriana este 2025.
Lo que provocó la emergencia en la costa
Las lluvias extremas registradas entre marzo y abril no fueron anomalías climáticas. De acuerdo con el oceanógrafo Telmo de la Cuadra, el país enfrentó lo que la comunidad científica denomina “la tormenta perfecta”: una combinación de precipitaciones intensas a nivel local, mareas altas, elevación del nivel del mar debido a la expansión térmica, y un sistema de alcantarillado incapaz de responder a tales condiciones.
“La marea alta impide que las aguas lluvias se desfoguen hacia el río. Las tuberías quedan bajo el nivel del agua. Por eso Guayaquil colapsa.”, explicó De la Cuadra.
El verdadero desastre es por años de descuido y falta de planificación en nuestras ciudades.
¿Y la predicción climática?
Mayi Zambrano, conductora del programa, realizo la pregunta que todos nos hacemos: ¿por qué en Ecuador aún no podemos anticipar con precisión cuándo y dónde lloverá con fuerza?
De la Cuadra respondió: “Porque no invertimos. Y cuando no inviertes en investigación, no puedes exigir precisión.” En contraste con países que cuentan con cientos de estaciones meteorológicas, modelos propios y barcos de monitoreo, Ecuador carece incluso de un barco de investigación funcional. “Ni uno solo”, dijo Guillermo Morán, co-conductor del programa.
Ni niño, ni niña: el nuevo clima sin apellido
La explicación sobre el fenómeno climático que vivimos: un patrón cambiante, sin nombre preciso. Telmo explicó cómo, tras un intento de transición hacia “La Niña”, el mar frente a la costa se calentó inesperadamente por una combinación de factores que no estaban en los modelos.
“Lo que vimos no era un Niño clásico, tampoco una Niña. Es un evento híbrido. Lo llamamos Modoki: parece, pero no es. Y está causando estragos.”
Esto evidencia la urgencia de desarrollar modelos propios, adaptados a la realidad tropical y compleja del país, y no depender solamente de pronósticos de la NOA o de Australia.
Investigación: la gran deuda
La conversación giró luego hacia la raíz del problema: Ecuador, siendo potencia pesquera y acuícola, no cuenta con un plan nacional robusto de investigación oceanográfica. “Tenemos más territorio marino que terrestre, pero sin herramientas para estudiarlo”, lamentó Telmo.
El llamado fue contundente: el próximo gobierno debe priorizar la inversión en ciencia, dotar de recursos a instituciones como INOCAR, IPIAP y la ESPOL, y ejecutar el fondo de investigación que ya está planteado en la Ley Orgánica de Pesca.
“Un barco cuesta 30 millones de dólares. El Estado maneja un presupuesto de más de 30 mil millones. ¿Realmente no se puede?” se preguntó Morán.
¿Qué se está haciendo?
No todo son malas noticias. Telmo compartió avances como el sistema SAPO-SAT, una alianza entre Perú, Chile y Ecuador para crear alertas tempranas adaptadas a pescadores artesanales. Pero advirtió: “Aún nos falta llegar a las comunidades. La alerta no sirve si no se entiende qué hacer con ella.”
Una advertencia que exige acción
Ecuador no puede seguir reaccionando tarde a fenómenos que ya se han vuelto frecuentes. Las lluvias intensas y los cambios abruptos del océano son parte de una nueva realidad climática, y si no se traduce en política pública, planificación e inversión, las consecuencias serán más graves y más frecuentes.
Que esta no sea otra entrevista que se pierda en el olvido institucional. Debe convertirse en un llamado de atención urgente para quienes toman decisiones.