Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

“Nos quedamos sin pesca y sin respuestas”: pescadores de Esmeraldas aún sienten los efectos del derrame petrolero
Las consecuencias del reciente derrame de petróleo ocurrido en Esmeraldas aún se sienten, especialmente en la pesca artesanal, una de las actividades más golpeadas por esta emergencia ambiental. La falta de información oportuna, las pérdidas económicas y la incertidumbre sobre la calidad de los productos del mar tienen hoy en alerta a cientos de familias que dependen directamente del océano.
Durante una reciente emisión del programa, se conversó con Jhonny Pozo, coordinador de FENACOPEC en Esmeraldas, donde se expusieron las inquietudes de las comunidades costeras frente a este desastre.
“Cuando ocurrió el derrame, no recibimos una alerta inmediata. Nos enteramos por redes sociales o porque vimos la mancha en el mar. Eso no puede volver a pasar”, mencionó Pozo.
Más allá del crudo: impacto social y económico
La pesca artesanal en Esmeraldas no es solo una fuente de alimento, sino la base del sustento para miles de hogares. Ante el derrame, los pescadores se enfrentan a dos problemas graves: la pérdida de faena por contaminación directa del agua y la desconfianza del consumidor frente a los productos del mar.
“La gente piensa que los peces están contaminados, y aunque algunas zonas ya se ven limpias, no tenemos estudios oficiales que nos digan si es seguro o no”, señaló Pozo.
La falta de información científica y técnica sobre el nivel real de afectación ha generado especulación y ha paralizado temporalmente las actividades en varias caletas. Además, los pescadores reclaman que aún no se han establecido mecanismos claros de compensación o indemnización.
La prevención que nunca llegó
Uno de los puntos más críticos abordados fue la falta de protocolos de emergencia eficaces. Aunque Ecuador tiene una normativa ambiental, los pescadores afirman que no existe una coordinación adecuada entre las instituciones responsables, lo que deja a las comunidades expuestas y vulnerables.
Esta situación no es nueva ya que existen antecedentes de incidentes similares donde la respuesta fue lenta y las consecuencias, duraderas. Por ello, la demanda no es solo por reparación, sino por prevención y transparencia.
“No podemos seguir reaccionando cuando ya pasó todo. Necesitamos planes claros de contingencia, monitoreo constante y, sobre todo, que se escuche a quienes viven del mar”, destacaron los panelistas.
¿Qué sigue para Esmeraldas?
Mientras algunas actividades se retoman de forma parcial, el daño está hecho. La confianza se ha quebrado y los ecosistemas costeros requieren de monitoreo y seguimiento. Los pescadores, por su parte, esperan ser incluidos en los procesos de evaluación, toma de decisiones y medidas futuras.
Este derrame ha dejado en evidencia que el sistema de respuesta ante emergencias ambientales necesita una revisión urgente. La costa de Esmeraldas no puede seguir siendo territorio desprotegido frente a la contaminación.
El mar no solo es vida, es también economía, identidad y patrimonio. Y cuando se contamina, no solo se daña el ecosistema: se afecta directamente a quienes lo cuidan y lo viven cada día.