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La lenta lucha de Ecuador contra los plásticos de un solo uso
Aunque Ecuador cuenta con una ley para reducir los plásticos de un solo uso desde 2020, el consumo sigue en aumento. Expertos y ciudadanía exigen acciones reales, educación ambiental y control efectivo para frenar la contaminación.
Un océano de plástico que sigue creciendo
En Ecuador se generan más de 627.000 toneladas de residuos plásticos al año, lo que equivale a que cada ciudadano produce casi 35 kilos de basura plástica. Y en lugar de disminuir, la cifra aumenta. “Estamos haciendo el doble de lo que se produjo en todo el siglo pasado, y eso es alarmante”, advirtió Verónica Arias, abogada ambiental y consultora.
En teoría, Ecuador dio un paso importante en 2020 con la aprobación de la Ley Orgánica de Racionalización, Reutilización y Reducción de Plásticos de un Solo Uso. Sin embargo, a cuatro años de su entrada en vigencia, los resultados no convencen. Fundas plásticas, sorbetes y envases desechables siguen inundando mercados, tiendas y calles sin que haya un verdadero cambio de hábitos ni una fiscalización efectiva.
Lo que dice la ley (y no se cumple)
La normativa establece que los productos plásticos deben incorporar al menos un 30% de material reciclado desde 2024. Pero en la práctica, la mayoría de botellas, empaques y fundas que circulan en el país siguen fabricándose con plástico virgen, proveniente directamente del petróleo.
“Si vamos a una tienda cualquiera, no sabemos si la botella tiene ese porcentaje reciclado. No hay controles, no hay etiquetado, no hay campañas. La ley está, pero sin ejecución no sirve”, recalcó Arias. Para ella, se trata de una “norma que si no se vigila ni se aplica, la norma queda como letra muerta: existe en el papel, pero no cumple su propósito”.
Educar para cambiar
Uno de los ejes más débiles es la falta de educación ambiental sostenida. Arias comparó el caso de Japón, donde se tardó casi una generación en implementar con éxito una cultura de reciclaje. En cambio, en Ecuador, el reciclaje apenas alcanza el 3%, cuando el potencial aprovechable supera el 20%.
“No basta con prohibir los sorbetes. Se necesita un esfuerzo coordinado entre gobiernos locales, sector privado, medios de comunicación y ciudadanía. Y todo comienza en casa”, insistió.
El poder del consumidor
Además del rol estatal, Arias enfatizó en el poder transformador del consumidor. “Cuando dejamos de aceptar fundas plásticas o exigimos envases reciclables, estamos enviando un mensaje directo a la industria”, explicó. En otros países, como Estados Unidos o la Unión Europea, los consumidores ya influyen en la cadena de producción, promoviendo prácticas sostenibles a través de sus decisiones de compra.
Un reto global, una oportunidad nacional
Ecuador no está solo. En paralelo al marco legal interno, el país también lidera negociaciones globales como presidente del comité que trabaja en el futuro tratado internacional contra la contaminación plástica, una iniciativa que busca establecer compromisos obligatorios para todos los países.
“El reciclaje no es solo una herramienta ambiental: puede ser fuente de empleo, innovación y desarrollo. Pero si no actuamos ya, el costo será mucho mayor”, advirtió Arias.