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Camaroneros en riesgo: la otra cara del auge exportador en Ecuador
Mientras las cifras celebran récords, los pequeños y medianos productores camaroneros denuncian abandono, pérdidas millonarias y un futuro incierto marcado por la inequidad, la inseguridad y el crecimiento descontrolado del sector.
Una industria en expansión que no llega a todos
Aunque el sector camaronero ecuatoriano ha registrado cifras históricas más de 7.000 millones de dólares en exportaciones en 2022, la realidad para miles de pequeños y medianos productores es muy distinta. Oswin Crespo, vicepresidente de la Federación Ecuatoriana de Acuicultores (Fedac), reveló una situación crítica: “Estamos luchando por sobrevivir, y muchos ya están camino al cementerio”.
La caída del precio por libra, que pasó de $2,85 en 2022 a $2,37 en 2023, generó pérdidas entre 1.000 y 1.500 millones de dólares, pérdidas que según Crespo recayeron directamente sobre los productores. “Las empacadoras descuentan sus costos y pagan lo que pueden; quienes absorbemos la pérdida somos nosotros”, denunció.
Concentración del mercado y desigualdad
A este panorama se suma un fenómeno preocupante: el avance de los grandes grupos empresariales sobre toda la cadena de valor. Camaroneras como Omarsa o Almar, con una productividad de hasta 500.000 libras por hectárea al año, eclipsan a los pequeños productores que, en promedio, no alcanzan ni el 5% de esa capacidad.
“Con 10 camaroneras como Almar se podría cubrir toda la exportación nacional. ¿Qué hacemos entonces los otros 225.000 camaroneros?”, cuestiona Crespo. Para él, el Estado ha permitido la formación de oligopolios, facilitando la expansión de grandes empresas incluso en zonas agrícolas donde está prohibido levantar camaroneras.
Sin apoyo estatal y con deudas impagables
La situación no es nueva. Crespo recordó que ni tras el terremoto de 2016 ni durante la pandemia han recibido ayuda estatal. Además, el acceso a créditos es limitado y los intereses altos. “Muchos compañeros ya están en coactiva, rematando sus tierras, sus casas. Estamos endeudados con la banca, el SRI y el IESS, sin posibilidad de ponernos al día”.
Ante este escenario, la Fedac propone una moratoria urgente en pagos e intereses, y llama a implementar políticas diferenciadas para proteger al 90% del sector camaronero nacional: los que tienen menos de 250 hectáreas y generan gran parte del empleo rural.
Inseguridad: otro obstáculo mortal
Como si no bastaran los problemas financieros, la inseguridad golpea con fuerza. “Ecuador tiene el salario más alto y es el más inseguro entre los exportadores de camarón”, aseguró Crespo. Solo en Pedernales, donde vive, se registraron más de 100 asesinatos en 2023. “Tenemos que invertir en seguridad privada, pero ni siquiera se nos permite portar armas. La ley no protege a quienes producimos”.
Además, denunció que la Armada del Ecuador apenas tiene presencia en zonas clave de la costa manabita: “Entre Bahía y Muisne hay solo una persona de la Marina. Es una costa abierta al crimen”.
Exceso de producción y falta de regulación
El Ecuador produce ya casi un tercio del camarón que se consume en el mundo, pero según Crespo, esto ha saturado el mercado. “Nuestro problema no es la productividad, es el marketing. Producimos más de lo que podemos vender”, afirmó.
También cuestionó la expansión descontrolada de camaroneras en zonas agrícolas. Según él, se han tumbado arroceras y tierras de cultivo para instalar piscinas sin cumplir con la ley. “Eso afecta a la soberanía alimentaria, al ambiente y a la reputación del camarón ecuatoriano”, advirtió, mostrando imágenes satelitales del crecimiento al norte de Durán.
¿Hacia dónde vamos?
Desde la Fedac, la preocupación es clara: sin medidas correctivas, el modelo productivo actual terminará desplazando a los pequeños productores. “Lo racional sería detener temporalmente el aumento de la frontera acuícola, hasta que la demanda mundial se recupere. De lo contrario, muchos desapareceremos”, insistió Crespo.
Propuso además la instalación de una mesa de diálogo efectiva, con participación del gobierno, del sector privado y de los gremios de pequeños productores. “El diálogo siempre será el camino, pero necesitamos voluntad política y acciones concretas”, dijo.
La historia del camarón ecuatoriano no puede escribirse solo desde las cifras récord o las grandes inversiones. También debe incluir las voces de quienes sostienen el sector desde abajo, enfrentando deudas, inseguridad y desigualdad. Si el país quiere seguir liderando el mercado mundial, debe construir un modelo más justo, inclusivo y sostenible. Porque sin pequeños productores, no hay futuro posible.