Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

Latinoamérica levanta la voz: el llamado urgente contra la pesca ilegal
Ecuador y Perú refuerzan su liderazgo frente a una amenaza silenciosa que afecta la soberanía, economía y sostenibilidad de los océanos en la región. Alfonso Miranda expone la realidad sin filtros.
La amenaza que cruza fronteras
La pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR) se ha convertido en un problema de seguridad regional que afecta a toda América Latina. Lejos de ser solo una preocupación para el sector pesquero, esta práctica representa una amenaza directa a la soberanía de los países costeros, al equilibrio ecológico y a los medios de vida de miles de pescadores artesanales e industriales.
Alfonso Miranda, presidente de CALAMASUR y ex presidente de la CIAT, explicó con claridad cómo la flota pesquera extranjera principalmente china opera con ventajas desleales, evadiendo controles, debilitando normativas locales y compitiendo en mercados internacionales sin cumplir las mismas reglas.
Ecuador y Perú: avanzando, aunque con retos
Miranda reconoció el esfuerzo de Ecuador, que ha sido activo en implementar medidas de vigilancia y monitoreo dentro de su zona económica exclusiva. Perú, en cambio, atraviesa un retroceso preocupante. El país había exigido a las flotas extranjeras contar con dispositivos satelitales para ingresar a sus puertos, pero recientemente, por presiones diplomáticas, ha flexibilizado esa normativa, permitiendo el ingreso de embarcaciones sin ese control mínimo. Algunas de estas naves incluso tienen antecedentes por pesca ilegal.
“El problema no es nuevo, pero se agudiza”, advierte Miranda. La competencia desleal y la falta de transparencia deterioran el acceso a mercados internacionales para las flotas latinoamericanas. China ya ha superado a Perú en capturas de calamar gigante en el Pacífico Sur, y la tendencia va en aumento.
Más allá del calamar: los atunes, el pez espada y las flotas invisibles
Aunque gran parte del debate gira en torno a la pesca del calamar gigante, Alfonso Miranda enfatizó que otras especies migratorias como el atún y el pez espada también están en riesgo. Muchas flotas de palangre operan sin observadores a bordo, sin control satelital y con un mínimo de exigencias, lo que impide una evaluación científica real y la adopción de medidas de conservación.
Un problema geopolítico
La expansión de la flota china responde a una política de Estado. Miranda lo describió como una estrategia “imperialista y expansionista”, en la que el país asiático busca presencia en todos los mares del mundo, aprovechando subsidios millonarios y su influencia diplomática para evadir regulaciones.
“No estamos ante un barquito pescando calamares, estamos frente a una política de poder”, señaló el experto. Esta situación genera un desequilibrio evidente, en el que América Latina compite con desventaja y recibe, además, sanciones más duras por parte de los mismos mercados que flexibilizan normas para los productos asiáticos.
¿Qué hacer como región?
La respuesta, según Miranda, pasa por fortalecer la unidad regional. Se necesitan posiciones firmes en las Organizaciones Regionales de Pesca (OROP), donde actualmente prevalecen posturas tímidas por parte de los países ribereños.
También es fundamental crear nuevas OROP donde no existen, como en el Atlántico Sur. La cooperación entre gobiernos y sector privado debe intensificarse, asumiendo liderazgo y exigiendo las mismas reglas para todos.
“Los presidentes y presidentas deben llegar al cargo con un plan integral para la pesca y acuicultura. Somos potencias, pero podemos ser mucho más si trabajamos de forma planificada”, insistió Miranda.
Un llamado a la coherencia global
Los países desarrollados como: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, la Unión Europea también han mostrado creciente preocupación. La sostenibilidad pesquera no es solo una meta ecológica, es una necesidad alimentaria. Sin embargo, persiste una incoherencia: exigen estándares altos a América Latina mientras permiten el ingreso de productos desde países con prácticas cuestionables.
Miranda concluyó con firmeza: “La región debe liderar este debate. No podemos tener miedo de decir las cosas cuando tenemos la razón”.
La pesca ilegal no solo roba recursos. Silencia voces, arrincona comunidades, debilita economías y deja sin alimento al mundo. Hablar del tema, denunciarlo, exigir reglas justas y actuar en conjunto no es una opción: es una necesidad urgente. América Latina no puede ni debe ser espectadora de su propio retroceso. La soberanía se defiende también en el mar.