“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Pescando plásticos, sembrando futuro: la minga del mar en el Golfo de Guayaquil
Más de 55.000 sacos de basura fueron retirados del manglar por pescadores artesanales en una jornada sin precedentes. La iniciativa “Pescando Plásticos” demuestra que la sostenibilidad también se construye desde las comunidades costeras
Una minga con sabor a mar
Desde el manglar hasta el estuario, pescadores, cangrejeros y recolectores de concha dejaron de lado sus redes para empuñar sacos, guantes y voluntad. Bajo el liderazgo de Gabriela Cruz, presidenta de FENACOPEC, la iniciativa “Pescando Plásticos” movilizó a 19 organizaciones pesqueras artesanales para limpiar el Golfo de Guayaquil de una amenaza silenciosa: los residuos plásticos.
No fue una limpieza más. Esta fue una verdadera minga marina que culminó con la recolección de más de 55.000 sacos de basura en apenas tres meses de trabajo, superando ampliamente ediciones anteriores. Según Gabriela Cruz, en la primera jornada, hace algunos años, apenas lograron recoger 3.000 sacos. Hoy, ese número se multiplicó por más de 18.
El origen: un hueco tapado por plástico
Todo comenzó cuando un grupo de cangrejeros, liderado por Humberto Risco, reportó que los huecos de los cangrejos estaban tapados por capas y capas de plástico. “Vimos botellas enredadas en las raíces de los mangles y hasta cangrejos intentando arrastrarlas hacia sus huecos. Era evidente que algo teníamos que hacer”, recuerda Gabriela Cruz.
Así nació la idea de recolectar los residuos con el nombre que hoy ya resuena en las costas del país: Pescando Plásticos en el manglar del Golfo de Guayaquil. Una iniciativa pensada desde el territorio, no desde oficinas ni consultoras. Aquí no hubo teorías, sino acción directa.
Sin premios, pero con propósito
Aunque algunas organizaciones e instituciones apoyaron con recursos como sacos, guantes o gasolina, Gabriela enfatiza que lo que moviliza a los pescadores no es el incentivo material. “Lo importante es que estamos limpiando nuestros manglares. Queremos seguir produciendo, seguir viviendo de ellos, pero también cuidarlos para que nuestras tortugas, delfines y peces no terminen llenos de microplásticos”, afirmó.
Una limpieza que no se detiene
El plástico encontrado no era reciente. Estaba enterrado bajo el lodo, acumulado por años. “Lo que estamos sacando no es lo que se botó ayer”, explicó Cruz. Desde la Caraguay hasta más allá de la Capitanía de Puerto, el Golfo se ha ido llenando de basura que proviene de múltiples fuentes: desde los ríos de la Sierra hasta la falta de recolección en las comunidades costeras.
Por eso, ya están planificando su próxima acción en Puná, donde la basura se acumula como alfombra sobre la arena. La idea para 2025 es movilizar a cientos de voluntarios, en colaboración con la Marina, la Policía y la comunidad local, para limpiar toda la costa de la isla.
Más que limpiar, transformar
Pescando Plásticos no es solo una limpieza, es un modelo replicable. Ya hay comunidades en Hualtaco, Cogim, La Chorrera y otras zonas del país que quieren sumarse. La visión de Cruz es convertir esta iniciativa en un proyecto móvil, con carpas, equipo, personal y hasta un camión propio que permita llegar a cualquier rincón del Ecuador costero.
Un llamado a las autoridades
Gabriela también fue enfática en su crítica a las instituciones. Reclamó la falta de ordenanzas municipales que sancionen a quienes botan basura, la ausencia de planes de recolección en islotes, y el abandono estatal frente a la contaminación del mar. “No queremos que nos den las gracias. Queremos que las alcaldías, el Ministerio del Ambiente y la Subsecretaría de Pesca se sumen con acciones, no con promesas”.
Una lucha por la vida, no por un trofeo
Aunque actualmente están concursando por un financiamiento internacional, Cruz asegura que su trabajo continuará, con o sin premio. “Lo que nosotros hacemos es real, es tangible. No estamos hablando de teorías ni de proyectos en papel. Estamos salvando nuestros manglares con las manos y el corazón”.
El Golfo de Guayaquil es uno de los ecosistemas más biodiversos del Pacífico Sur. La basura que llega hasta sus orillas, muchas veces desde ríos lejanos, no solo daña la pesca y el turismo: también pone en riesgo la salud de los ecosistemas y de quienes los habitan.
Mientras el Estado mira a otro lado, las comunidades pesqueras, lideradas por mujeres como Gabriela Cruz, demuestran que el verdadero cambio comienza desde el territorio.
Pescando plásticos, sí. Pero también sembrando futuro.