“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Isla Puná: una joya pesquera olvidada a una hora de Guayaquil
Falta de agua, transporte limitado y pesca amenazada: la realidad de una comunidad estratégica para el Golfo de Guayaquil.
Una parroquia con 50 comunidades y un potencial inmenso
A tan solo una hora en lancha desde Guayaquil, la parroquia rural de Puná agrupa más de 50 comunidades distribuidas entre la isla principal y otros islotes del Golfo. Su riqueza natural es indiscutible: playas extensas, biodiversidad marina y una actividad pesquera que abastece de especies como corvina y bagre a gran parte de la ciudad.
Sin embargo, detrás de este potencial hay un escenario marcado por el abandono institucional y la falta de servicios básicos.
Carencias que limitan el desarrollo
La vida diaria en Puná está atravesada por problemas estructurales. No todas las comunas tienen acceso a agua potable o electricidad; muchas dependen de gabarras, paneles solares o generadores comprados por los propios habitantes. La recolección de basura es irregular y, en algunos casos, inexistente, lo que lleva a la quema de desechos a cielo abierto.
En educación, las escuelas carecen de infraestructura y docentes suficientes; algunos bachilleres han recibido solo certificados, sin título oficial. El transporte fluvial, además, es costoso y limitado: un viaje de ida y vuelta a Guayaquil puede costar 14 dólares, un gasto enorme para familias que subsisten con menos de cinco dólares diarios.
Pesca artesanal bajo presión
Puná es un punto clave para la pesca artesanal en aguas someras, especialmente durante la temporada de desove de especies demersales. Sin embargo, la presencia de embarcaciones industriales en zonas prohibidas amenaza los recursos y el sustento de los pescadores locales.
A esto se suma la inseguridad en el mar y la falta de control por parte de las autoridades competentes, lo que deja a los pescadores expuestos tanto a la competencia desleal como a la delincuencia.
Turismo y conservación: oportunidades desaprovechadas
Con 27 kilómetros de playa, manglares y áreas de alto valor ecológico, Puná podría ser un destino turístico y un laboratorio natural para la investigación científica. Sin embargo, la ausencia de infraestructura, promoción y seguridad frena su desarrollo.
Tampoco existen estaciones de investigación marina en la zona, a pesar de su importancia estratégica dentro del Golfo de Guayaquil y del potencial para proyectos de conservación y turismo comunitario.
Contaminación que llega por mar y río
Los residuos que bajan por el río Guayas, sumados a los desechos de dragados portuarios y la falta de conciencia en la disposición de redes y aparejos de pesca, generan una seria amenaza para los manglares y las playas locales.
Si bien organizaciones pesqueras y comunales realizan campañas de limpieza, la magnitud del problema requiere el involucramiento sostenido del municipio, la prefectura y el gobierno central.
Un llamado a la gestión integral
El desarrollo de Puná exige coordinación entre las juntas parroquiales, el municipio de Guayaquil, la prefectura del Guayas, la Armada, la empresa privada y las organizaciones comunitarias.
La comunidad necesita inversiones en agua potable, transporte fluvial subsidiado, control pesquero, seguridad, educación y promoción turística. Como señaló Wellington Ramírez, candidato a la junta parroquial, “hay que trabajar de la mano, todos juntos, para que Puná deje de ser una isla olvidada y se convierta en un motor de desarrollo sostenible para el país”.