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Ciencia, pesca y sostenibilidad: el camino de las buenas prácticas en la industria atunera
Desde Ecuador hasta el País Vasco, la colaboración entre investigadores y pescadores impulsa una pesca de atunes más responsable, humana y comprometida con la vida marina.
El atún no solo alimenta, también enseña. A través del diálogo entre la ciencia y quienes viven del mar, la industria atunera ha dado pasos firmes hacia prácticas más sostenibles. Este fue el eje del programa que contó con la participación de Jefferson Murúa, investigador del Instituto AZTI, una institución científica con sede en el País Vasco que trabaja de la mano con flotas atuneras del mundo, incluyendo la ecuatoriana.
Durante la conversación, Murúa destacó cómo la aplicación de buenas prácticas ha logrado avances concretos en la reducción del impacto ambiental de la pesca de cerco. Desde la creación de plantados biodegradables (dispositivos flotantes utilizados para agrupar peces) hasta la implementación de herramientas para la liberación segura de tiburones, mantarrayas y tortugas, se trata de un esfuerzo colectivo para proteger el ecosistema marino sin frenar el desarrollo económico.
“La mejor práctica es aquella que permite pescar la especie objetivo sin dejar huella. Sabemos que eso es difícil, pero por eso investigamos, para mejorar constantemente”, expresó Murúa.
Capacitar para transformar
Uno de los logros más destacados ha sido la formación continua de capitanes y tripulantes. Talleres como Tripulantes al Rescate, impulsados por TunaCons en Ecuador, han fortalecido el compromiso de la flota pesquera con el cuidado de especies vulnerables. De hecho, Ecuador ostenta el récord del taller de capacitación más grande realizado por ISSF (International Seafood Sustainability Foundation), con 180 asistentes en Manta.
Estas jornadas no solo informan, sino que crean una comunidad consciente. “Los pescadores quieren preservar el océano tanto como nosotros”, mencionó Murúa. “Ellos saben que sin un mar sano, no hay pesca”.
La ciencia detrás del mar
El Instituto AZTI no solo estudia técnicas pesqueras; también evalúa el impacto nutricional del consumo de productos marinos. Según Murúa, el pescado es una de las fuentes de proteína más saludables y sostenibles, y entender sus beneficios desde la ciencia alimentaria también es parte de su labor.
La investigación ha permitido utilizar tecnologías como marcas satelitales para estudiar el comportamiento y la supervivencia de los animales liberados. Así, se obtiene evidencia real de la efectividad de las buenas prácticas, más allá de la intención.
Más allá de las redes
El trabajo con la flota de cerco ha sido positivo, pero aún hay retos por delante. La pesca con palangre más artesanal y común en Ecuador presenta mayores desafíos en cuanto a capturas incidentales. Sin embargo, ya se aplican códigos de buenas prácticas también en este tipo de faenas, y se han desarrollado herramientas específicas como desenganchadores y salabres para liberar tortugas de forma segura.
A esto se suma una preocupación transversal: la contaminación marina. Murúa advirtió sobre el impacto de los microplásticos, presentes incluso en las playas más remotas del planeta. “Es un problema global, y la solución también debe serlo”, dijo.
Porque el verdadero progreso no se mide solo en toneladas capturadas, sino en especies preservadas, prácticas compartidas y generaciones futuras que también puedan llamar al mar su hogar.