“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Cooperación y control: el reto para conservar las Áreas Marinas Protegidas en Ecuador
Expertos advierten que crear un área protegida es solo el primer paso: el verdadero desafío está en mantenerla operativa y con participación ciudadana.
Un compromiso que va más allá del papel
Aunque Ecuador ha incrementado la creación de Áreas Marinas Protegidas (AMP) en las últimas dos décadas, especialistas como Manuel Bravo, director de la ONG WildAid, recuerdan que el trabajo no termina con la declaratoria. “Nos alegramos mucho cuando se crea un área protegida, pero el verdadero trabajo está después”, enfatiza.
WildAid, con presencia en varios países de Latinoamérica y el Caribe, trabaja en conjunto con el Ministerio de Ambiente y otras autoridades para que estas zonas realmente cumplan su objetivo: preservar ecosistemas esenciales para la biodiversidad y la pesca sostenible.
Santa Clara: un ejemplo de avance y cooperación
Uno de los casos destacados es la isla Santa Clara, en el golfo de Guayaquil, donde se han implementado mejoras en vigilancia y control marítimo. “Antes no había capacidad de interceptación ni personal entrenado. Hoy los guardaparques cuentan con formación en navegación y cursos de la Organización Marítima Internacional”, señala Bravo.
Además del fortalecimiento institucional, la cooperación internacional como el apoyo del Comando Sur de Guardacostas y la participación comunitaria han sido claves para lograr resultados históricos en protección de especies como la tortuga verde, gracias a voluntarios locales que apoyan las tareas de monitoreo.
Los cinco pilares para una protección real
Según WildAid, la conservación efectiva de las AMP depende de cinco áreas estratégicas:
- Vigilancia y control marítimo para disuadir la pesca ilegal.
- Fortalecimiento legal y sanciones efectivas contra infractores.
- Entrenamiento y capacitación continua para guardaparques y autoridades.
- Sensibilización comunitaria, generando conciencia sobre la importancia de respetar los límites de las áreas protegidas.
- Financiamiento sostenible, evitando que los proyectos se queden sin recursos después de unos años.
“Sin estos elementos, cualquier esfuerzo se queda a medias. No se trata solo de crear áreas, sino de garantizar que funcionen en el tiempo”, advierte Bravo.
Manglares: la lección que no debemos olvidar
El experto recordó la experiencia positiva de los acuerdos de uso sustentable y custodia del manglar, que lograron frenar la tala indiscriminada y empoderar a las comunidades. “Antes, el control dependía solo del Estado y se gastaban millones. Hoy, los propios usuarios protegen el ecosistema y ahorran recursos públicos”, explica.
Este modelo, basado en participación local, podría replicarse en las AMP costeras y marinas para asegurar resultados duraderos.
El desafío del Golfo de Guayaquil y la contaminación
Para Bravo, el golfo de Guayaquil necesita atención prioritaria. “Es el ecosistema más productivo del país y está en abandono”, alerta. Además, el problema de la contaminación marina agrava la situación. “No podemos esperar todo del Estado. Como ciudadanos también somos responsables de cómo disponemos los desechos”, recalca, sugiriendo planes de educación ambiental desde las escuelas y una gestión integral de residuos.
Cooperación y ciudadanía: la clave del futuro
La conservación de las áreas marinas no depende solo de decretos ni de ONG. “El destino del planeta depende de las acciones de la especie dominante: nosotros”, recuerda Bravo. Para lograr un verdadero cambio, se requiere coordinación entre Estado, organizaciones, comunidades y cada ciudadano.