“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Cuidar el océano es tarea de todos: ciencia, educación y acción ante el cambio climático
En el Día Mundial del Océano, expertos advierten que proteger nuestros mares no es opcional. Es urgente, necesario y debe ser colectivo.
Celebramos una edición especial por el Día Mundial del Océano. El reconocido científico Martín Hall compartió su visión sobre los avances, desafíos y oportunidades en torno a la conservación y el uso sostenible del océano, especialmente desde una perspectiva latinoamericana.
Hall, con más de tres décadas de experiencia en investigación marina, destacó cómo la ciencia ha logrado avances fundamentales, como el estudio genético de especies migratorias (como la tortuga laúd) y el uso de satélites para monitorear la actividad pesquera o identificar zonas de riesgo. “Hoy podemos saber de dónde vienen los animales que queremos proteger, cómo migran, dónde se alimentan, y con esa información crear estrategias de manejo mucho más efectivas”, afirmó.
Cambio climático y pesca: retos cruzados
Uno de los temas que marcó el diálogo fue el impacto del cambio climático sobre las especies marinas. Hall explicó que ya se observan desplazamientos de especies tropicales hacia zonas más templadas, y advirtió que los efectos del fenómeno de El Niño, al combinarse con el calentamiento global, podrían generar impactos más impredecibles y severos.
“Más que predecir, debemos aprender a monitorear constantemente. Necesitamos educar a los estudiantes, a los pescadores, a los ciudadanos. Todos deben saber qué es una corriente marina, qué son las mareas o cómo afectan estos cambios al ecosistema”, señaló el experto, resaltando la importancia de integrar este conocimiento en las escuelas, sobre todo en un país como Ecuador, profundamente ligado al océano.
Del conflicto a la colaboración: historias de éxito
No todo fue advertencia. El científico también compartió buenas noticias. Afirmó que gracias a esfuerzos conjuntos entre pescadores, científicos e industrias, la mortalidad de delfines en ciertas pesquerías del Pacífico Oriental se ha reducido de más de 130.000 a solo unos pocos miles por año. “Fue un cambio posible porque la gente quiso hacerlo. Se capacitaron, aprendieron a liberar especies y entendieron que pescar bien también es una responsabilidad ética”, subrayó.
Casos similares se replican con la liberación de tiburones, tortugas y mantarrayas. “La clave está en el trabajo conjunto, en construir soluciones con quienes están en el mar todos los días”, sostuvo.
El Golfo de Guayaquil: el “Amazonas del Pacífico” olvidado
Uno de los momentos más potentes de la entrevista fue cuando Hall se refirió al estuario del Guayas conocido también como el Golfo de Guayaquil como el “Amazonas del Pacífico”. “Es una zona de altísima biodiversidad. Trae nutrientes del continente que, al mezclarse con el agua salada, generan una enorme productividad”, explicó.
Sin embargo, lamentó que esta zona esté gravemente contaminada y desatendida desde hace décadas. “No podemos seguir permitiendo que los desechos industriales y domésticos lleguen sin control al río. Necesitamos sistemas de tratamiento modernos, pero también educación y conciencia ciudadana”, apuntó.
Como propuesta, Hall sugirió realizar concursos escolares que incentiven a los jóvenes a investigar el origen de la basura que llega al río y proponer soluciones. “Eso genera pensamiento crítico, participación y, sobre todo, compromiso con su entorno”, recalcó.
Las ORP: entre la diplomacia y la parálisis
Sobre el rol de las Organizaciones Regionales de Pesca (ORP), el experto fue crítico: “Funcionan bajo consenso, pero eso muchas veces bloquea las decisiones. Algunos países no tienen incentivos locales para cambiar prácticas dañinas y ahí el progreso se detiene”, advirtió.
También señaló que muchas ORP están centradas solo en especies como los atunes, sin considerar su interacción con otros peces del mismo ecosistema. “Necesitamos un enfoque verdaderamente ecosistémico que considere el impacto conjunto”, concluyó.
Un llamado a la acción
Es una responsabilidad colectiva que empieza por educar, actuar y exigir mejores prácticas desde cada espacio: el aula, el hogar, el barco o la tienda.
Un océano saludable es garantía de vida, de alimentación, de economía y de futuro. Y ese futuro se construye hoy.