Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

Desigualdad, inseguridad y lucha en el sector camaronero
La caída de precios, el avance de los megaproyectos y la inseguridad tienen al borde del colapso a miles de acuicultores. En medio de la adversidad, una iniciativa solidaria emerge como alternativa: “productor ayuda a productor”.
El camarón que sostiene a Ecuador está en crisis.
Con más de 7.000 millones de dólares en exportaciones, el camarón es el producto no petrolero más importante del país. Pero detrás de esta cifra se esconde una realidad preocupante: los pequeños y medianos productores enfrentan una crisis. Oswin Crespo, vicepresidente de la Federación Ecuatoriana de Acuicultores (FEDAC), lo explicó en el programa.
“Desde la pandemia hasta hoy, hemos perdido casi el 50% del precio del camarón… y más del 60% de nuestro patrimonio”, señaló Crespo, detallando que una hectárea que antes costaba 30.000 dólares ahora no llega ni a 12.000.
La causa: una combinación de factores como la sobreproducción nacional, la competencia desigual con los grandes conglomerados, y la caída de la demanda internacional. En 2023, el sector perdió 1.500 millones de dólares en ingresos, comparado con el año anterior.
Pequeños productores contra gigantes
La brecha es evidente. Mientras los grandes camaroneros producen hasta 60.000 libras por hectárea, en zonas como Manabí apenas alcanzan las 6.000. El problema, explica Crespo, no es solo de tecnología, sino de escala: “no es lo mismo comprar 10 sacos de alimento que 10.000”.
Esto ha generado una competencia desigual que amenaza con dejar fuera del negocio a miles de familias. FEDAC agrupa a más de 10.000 productores distribuidos en Esmeraldas, Manabí, Guayas, El Oro y Santa Elena. Su lucha hoy es mantenerse a flote.
Una red solidaria como salvavidas
Ante la falta de apoyo estructural del Estado, surge una respuesta desde el propio sector: “productor ayuda a productor”. Este programa busca compartir experiencias, protocolos de cultivo eficientes y errores para evitar que los pequeños acuicultores repitan fracasos costosos.
“Cada piscina es un laboratorio de experimentación”, afirmó Crespo. “Y en lugar de competir entre nosotros, decidimos aprender juntos”.
Con esta iniciativa, se están logrando producciones rentables a menor densidad, con costos controlados y sin saturar el mercado.
Inseguridad y abandono estatal
El panorama se agrava por la violencia. Según Crespo, hay zonas enteras como el norte de Esmeraldas donde ya es imposible producir por el control de bandas delictivas. La inversión en seguridad (guardias, cámaras, cercas eléctricas) representa hasta el 20% de los costos de producción. “Eso es justo lo que deberíamos estar ganando”, lamenta.
Pese a algunas reformas legales que han permitido la exportación directa o la reestructuración de pasivos, aún hay temas pendientes. Uno de los más urgentes: la titularización de concesiones camaroneras para que los productores puedan acceder a crédito.
Además, advierten sobre la expansión desmedida de camaroneras en tierras agrícolas sin control ambiental, lo que pone en riesgo el equilibrio ecológico y la seguridad alimentaria del país.
Un llamado a políticas responsables
La voz de los camaroneros necesita ser escuchados. No basta con celebrar cifras récord de exportación mientras miles de productores están al borde de la quiebra. Requieren políticas públicas reales, acceso a financiamiento, control de la expansión camaronera y soluciones energéticas sostenibles.
Porque uno de cada tres camarones que se comen en el mundo sale de Ecuador. Pero si no se toman medidas para equilibrar la situación, ese modelo de éxito podría verse seriamente comprometido.