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Ecuador defiende sus intereses pesqueros en histórico tratado para la biodiversidad marina en altamar
El país participó activamente en la negociación del acuerdo BBNJ, que busca proteger la biodiversidad más allá de las 200 millas, garantizando que no se vulneren las competencias pesqueras ya existentes.
Un acuerdo que tardó una década en concretarse
El Tratado sobre la Conservación y Uso Sostenible de la Biodiversidad Marina en Áreas Fuera de la Jurisdicción Nacional conocido como BBNJ por sus siglas en inglés fue finalmente aprobado tras más de diez años de conversaciones, de los cuales cinco se dedicaron a la discusión de un texto concreto.
Ecuador, representado por autoridades como el viceministro de Acuacultura y Pesca, Andrés Arens, tuvo un papel activo desde el inicio, defendiendo los intereses del sector pesquero y procurando que el acuerdo no imponga capas adicionales de burocracia sobre una actividad que ya cuenta con regulación internacional.
Beneficios y retos del tratado
Entre las principales disposiciones, el acuerdo abre la puerta a la creación de áreas marinas protegidas en aguas internacionales, regula el acceso y reparto de beneficios de los recursos genéticos marinos, y promueve la transferencia de tecnología y conocimientos hacia países en desarrollo.
Arens destacó que, aunque se busca aumentar la protección ambiental, es vital garantizar que estas nuevas medidas no interfieran con el trabajo de las organizaciones regionales de ordenamiento pesquero, que ya gestionan de forma científica y consensuada las actividades en altamar.
La posición de Ecuador
El viceministro fue claro al explicar que, en estas negociaciones, el sector pesquero debía “estar sentado en la mesa y no en el menú”, asegurando que las decisiones globales no afecten negativamente a una industria clave para el país.
Ecuador defendió que la pesca, una de las actividades más controladas en alta mar, no se vea afectada por regulaciones duplicadas, priorizando un manejo responsable basado en ciencia y cooperación internacional.
Reservas marinas: más que un área cerrada a la pesca
La conversación también abordó el anuncio presidencial sobre la creación de una reserva marina de ocho millas desde la costa ecuatoriana. Aunque esta franja ya es exclusiva para pesca artesanal, el nuevo estatus implicaría un plan de manejo participativo, control pesquero fortalecido y financiamiento sostenible.
Arens recalcó que las áreas marinas protegidas no son una solución mágica a todos los problemas del océano: no detienen la pesca ilegal, ni la contaminación, ni la acidificación, por lo que deben complementarse con otras políticas y acciones.
Oportunidades para la ciencia y la innovación
El tratado también plantea la posibilidad de que países como Ecuador accedan a beneficios derivados de investigaciones sobre recursos genéticos marinos, así como a transferencia tecnológica para su aprovechamiento sostenible.
Sin embargo, el alto costo y la complejidad logística de investigar en altamar hacen necesario fortalecer la inversión en ciencia marina, mejorar la cooperación con universidades y recuperar capacidades perdidas, como contar con buques de investigación operativos.
Un paso importante, pero no el final del camino
El BBNJ marca un hito en la gobernanza oceánica global, y para Ecuador significa una oportunidad para consolidar su liderazgo regional en pesca responsable. No obstante, el verdadero desafío estará en implementar el tratado sin debilitar las estructuras que ya funcionan y asegurando que las decisiones internacionales consideren la realidad de los países costeros y sus comunidades pesqueras.