Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

La Niña 2025: Ecuador se prepara para una nueva realidad climática
Mientras las lluvias escasean en la Costa y los ríos de la Amazonía se recuperan, expertos llaman a prepararse para los efectos de un fenómeno que no será extremo, pero sí determinante para la agricultura, la pesca y el abastecimiento energético del país.
La advertencia está hecha: Franklin Ormaza, docente e investigador de la ESPOL, llegó a Azul para analizar la llegada de La Niña 2025 y sus posibles impactos. En una entrevista llena de datos, contexto y reflexión, Ormaza desmitificó el temor colectivo y explicó que, aunque el fenómeno será leve, no debe tomarse a la ligera.
Un 2023 con señales claras
En junio de 2023, Ormaza ya había anticipado que los apagones eran inminentes. Su predicción no fue casualidad, sino el resultado de analizar patrones regionales de sequía y la influencia del océano Atlántico en la Amazonía ecuatoriana. “Se nos olvida que la lluvia del oriente no depende del Pacífico, sino del Atlántico”, explicó. Ese año, el régimen seco afectó la generación hidroeléctrica, evidenciando la fragilidad energética del país ante cambios climáticos mal gestionados.
El 2025 se prevee distinto: sin niño, pero con niña
El Pacífico central muestra señales de enfriamiento, lo que marca el inicio de un evento La Niña, que será según Ormaza corto, débil y quizás moderado, pero lo suficientemente significativo como para modificar el clima en el país durante el próximo año.
Para la Costa ecuatoriana, esto significa menos lluvias. Zonas como Guayas, Santa Elena, El Oro y parte de Los Ríos ya experimentaron condiciones de sequía técnica en 2024. “Guayaquil tuvo casi cero milímetros de lluvia entre mayo y noviembre. Diciembre apenas llegó a 10 o 20 mm en algunas estaciones, cuando debería llover 70 mm”, detalló Ormaza. Además, el embalse La Jabilla se encuentra con apenas el 5% de su capacidad.
Impactos diferenciados: ganancia pesquera, alarma agrícola
Aunque el panorama parece poco alentador para el agro, la pesca vive uno de sus mejores momentos. “2024 fue récord histórico en pesca de barrilete, superando las 500 mil toneladas”, destacó el especialista. Esto responde a un enriquecimiento del mar provocado por años previos de La Niña, que nutrieron las aguas con nutrientes de las profundidades.
Sin embargo, los agricultores no corren con la misma suerte. “Muchos sembraron temprano esperando lluvias continuas… pero no van a llegar”, advirtió. Ante la posibilidad de sequías prolongadas, recomienda que las autoridades locales y nacionales se preparen con medidas urgentes: planificación de riego, importación de ciertos cultivos y apoyo directo al campesinado.
¿Y los ciudadanos? ¿Qué pueden esperar?
La Niña no traerá caos, pero sí exigirá responsabilidad. Ormaza alertó que aún en años secos pueden ocurrir lluvias torrenciales localizadas, como sucedió en marzo de 2017. “Un mes llovió lo que no cayó en tres. Hubo fallecidos, daños y desbordes”, recordó.
Por eso, el llamado no es solo al gobierno, sino a toda la sociedad: “Hay que dejar de esperar que el alcalde, la prefectura o el presidente lo resuelvan todo. Podemos empezar sembrando árboles, cuidando los recursos, siendo ciudadanos responsables”.
La raíz del problema: deforestación y desorden urbano
Uno de los temas más contundentes fue el vínculo entre tala indiscriminada y la intensificación de sequías e inundaciones. “Un solo árbol aporta miles de litros de vapor de agua. Talarlos rompe el equilibrio del ecosistema”, sostuvo Ormaza, y añadió que la falta de vegetación urbana, sobre todo en ciudades como Guayaquil, agrava los impactos de fenómenos climáticos extremos.
El gran pendiente: más ciencia, menos improvisación
Para cerrar, Ormaza lanzó una crítica profunda a la falta de inversión en ciencia y tecnología. “El Ecuador debe destinar al menos el 2% de su PIB en investigación. Hoy no llegamos ni cerca. Sin datos, sin monitoreo, sin análisis… ¿cómo vamos a prepararnos?”.
Pidió a universidades, gobiernos locales, empresas privadas y ciudadanos unir esfuerzos para fortalecer el conocimiento científico y la prevención. “Hay que dejar de gastar millones en fiestas cuando no tenemos plantas de agua ni centros médicos decentes”, mencionó.