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La pesca que mejora con el tiempo: Latinoamérica apuesta por la sostenibilidad con proyectos FIP
Cada vez más países de la región implementan Proyectos de Mejora Pesquera para asegurar el futuro de sus recursos marinos, impulsados por comunidades colaborativas que integran pescadores, ONGs, gobiernos y el mercado internacional.
En la actualidad, Latinoamérica no solo se posiciona como una potencia productora de recursos marinos, sino también como una de las regiones con mayor crecimiento en iniciativas hacia la pesca sostenible. Un tercio de los Proyectos de Mejora Pesquera (FIP, por sus siglas en inglés) a nivel mundial se concentra en esta región. Yucatán, Ecuador, Chile y Costa Rica son solo algunos de los países que ya han comenzado este camino.
Antonio Gómez coordinador de la Comunidad de Práctica de FIP para América Latina y el Caribe explicó que estos proyectos nacen como una respuesta a los retos ambientales y sociales que enfrentan las pesquerías. “El objetivo es usar la fuerza del mercado para impulsar mejoras que sean sostenibles en el tiempo, no solo en el aspecto ambiental, sino también en derechos humanos, responsabilidad social e incluso en sostenibilidad financiera”, aseguró.
Los FIP son iniciativas colaborativas entre múltiples actores: pescadores, empresas, gobiernos, investigadores, organizaciones no gubernamentales, y otros eslabones de la cadena productiva. A través de estas alianzas, las comunidades pesqueras pueden acercarse a estándares internacionales como el del Marine Stewardship Council (MSC), que garantiza prácticas responsables en el manejo de los recursos pesqueros.
“Es como tomarse una fotografía frente a un estándar exigente y, en función de lo que se ve, empezar a mejorar”, explicó Gómez.
Una comunidad que conecta la experiencia
La llamada Comunidad de Práctica no es un organismo rígido, sino una red dinámica de personas y organizaciones que comparten experiencias, desafíos y aprendizajes en torno a los FIP. Según Gómez, el valor más importante de esta comunidad es la posibilidad de conectar a quienes están empezando con quienes ya tienen experiencia avanzada en estos procesos.
Este enfoque colaborativo fue palpable en el reciente encuentro presencial de la comunidad en Costa Rica, el primero desde la pandemia. Allí se discutieron temas como la relación entre mercado y sostenibilidad, el creciente enfoque en pesquerías de pequeña escala, y los retos para incluir la responsabilidad social dentro de estos proyectos. Además, los participantes pudieron degustar platillos elaborados con productos provenientes de FIP locales, demostrando que la sostenibilidad también se saborea.
Guillermo Morán, líder de Tunacons, destacó que estos espacios presenciales son esenciales para consolidar lazos y generar nuevas ideas. “La sostenibilidad no es solo una meta técnica, también es una construcción humana, social y colectiva”, enfatizó.
Ecuador: de pionero a referente
Ecuador ha sido uno de los países más activos en implementar FIP. Desde el emblemático proyecto de dorado con más de 13 años de trayectoria hasta iniciativas más recientes como las enfocadas en atún, pelágicos pequeños y camarón pomada, el país ha mostrado una evolución significativa. Estas iniciativas son lideradas por organizaciones como la Cámara Nacional de Pesquería, la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras del Ecuador (FENACOPEC) y Tunacons, en alianza con WWF Ecuador.
Además, ya se trabaja en Galápagos en un nuevo proyecto enfocado en la realidad única del archipiélago, con el objetivo de fortalecer su histórica vocación de pesca responsable bajo una estructura más técnica y planificada.
¿Cómo iniciar un proyecto FIP?
Según Gómez, el primer paso es el interés genuino de las comunidades o sectores pesqueros, que pueden contactar a la comunidad a través de su página web https://www.fipcop.org/. Aunque la coordinación no implementa proyectos directamente, sí orienta y conecta a los actores con quienes pueden acompañar los procesos en sus países.
“Estos proyectos no buscan que dejemos de pescar, sino que podamos seguir haciéndolo en el futuro. Asegurar la actividad para las próximas generaciones requiere empezar a mejorar hoy”, concluyó.
Los FIP no son fórmulas mágicas ni caminos cortos: requieren años de trabajo, planificación, seguimiento y voluntad colectiva. Pero son, sin duda, una de las herramientas más potentes que tiene Latinoamérica para conservar su riqueza marina y al mismo tiempo seguir generando desarrollo, empleo y alimento.
En un contexto global donde el consumidor quiere saber de dónde viene su pescado y bajo qué condiciones fue capturado, los FIP ofrecen una respuesta clara: de un mar cuidado, con reglas, y con gente comprometida.