Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

Manabí bajo el agua: comunidades pesqueras claman por ayuda frente a las lluvias
La provincia de Manabí vive una de sus peores crisis invernales de los últimos años. Sectores como San Clemente, San Jacinto, San Alejo, Canoa, Puerto Cabuya, Ayampe y el kilómetro 16 del cantón Sucre, reportan decenas de familias afectadas por las inundaciones, deslizamientos y el desbordamiento de quebradas.
Luis Chávez, coordinador de Fenacopec en Manabí, explicó en esta entrevista que solo en San Clemente se contabilizan más de 650 familias afectadas directamente, y a nivel provincial se estima que más de 2.600 hogares del sector pesquero artesanal han sufrido pérdidas.
“El mar y el cielo nos cayeron juntos”
La pesca artesanal, que ya venía golpeada por oleajes pasados y falta de apoyo técnico, ahora enfrenta una emergencia humanitaria. Redes de pesca arrastradas por el lodo, embarcaciones destruidas, motores inservibles y familias que han perdido hasta sus colchones y refrigeradoras.
“El pescador artesanal invierte miles de dólares en su trabajo diario”, detalló Chávez. Una red completa cuesta al menos $1.200, un motor fuera de borda puede superar los $4.400, y una embarcación ronda los $3.500. Pérdidas que, en muchos casos, han sido totales.
Silencio institucional y paro comunitario
A pesar de los llamados, la respuesta de las autoridades ha sido débil y desorganizada. En algunos sectores, como San Jacinto, los habitantes han tenido que bloquear vías para exigir que no les retiren la maquinaria de limpieza que les habían asignado.
“La gente se está mojando hasta dentro de sus casas. No estamos pidiendo caridad, pedimos un crédito justo para reactivarnos”, enfatizó Chávez. Desde Fenacopec se ha propuesto otorgar microcréditos con bajo interés a las familias pesqueras, en lugar de ayudas asistencialistas.
Ecosistemas y actividades paralelas también sufren
Las afectaciones no se limitan a la pesca. La producción de sal artesanal en sectores como San Alejo también ha sido destruida por el embanque de lodo, y se estima que tardará un año en recuperarse. Cangrejeros del kilómetro 16 han quedado aislados por el colapso de canales naturales, y sus embarcaciones no pueden navegar.
Una declaración de emergencia urgente
Tanto Luis Chávez como Gabriela Cruz, presidenta de Fenacopec, coinciden en la urgencia de declarar en emergencia al sector pesquero artesanal para agilizar la asistencia técnica, económica y humanitaria.
“Hay un sistema de prevención nacional que debería estar activo cada año. Estas lluvias no son sorpresa. El Estado no puede seguir improvisando”, señaló Guillermo Morán, conductor del programa.
Un llamado a la solidaridad nacional
Fenacopec ha habilitado canales en redes sociales para recibir donaciones de alimentos, colchones, utensilios de cocina y materiales de construcción. La organización recuerda que esta no es solo una crisis pesquera, sino una crisis humana.
“Que no se nos olvide que gracias al pescador artesanal comemos dorado, picudo y camarón. El Ecuador se alimenta desde el mar. Hoy, el mar no les está dando y tampoco el Estado”, concluyó Morán.
La emergencia también es nuestra
Más allá de cifras y daños materiales, esta emergencia pone en evidencia una deuda pendiente del país con sus comunidades costeras: atención oportuna, sistemas de prevención funcionales y políticas que no solo cuiden el océano, sino también a quienes lo trabajan cada día. Porque sin pescadores no hay pesca… y sin pesca, no hay alimento.