“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Manglares del Ecuador: guardianes del litoral y aliados contra el cambio climático
Estos ecosistemas únicos no solo sostienen la vida marina y la economía pesquera, también son clave para mitigar desastres y regular el clima. Sin embargo, enfrentan amenazas urgentes que exigen acción conjunta.
Los manglares: pulmones azules y refugio de biodiversidad
Conocidos como los “bosques azules”, los manglares son uno de los ecosistemas más valiosos del planeta. En Ecuador, se extienden principalmente en Esmeraldas y el Golfo de Guayaquil, creando un vínculo vital entre el mar y la tierra. Su importancia trasciende lo paisajístico: alrededor del 75 % de las especies de pesca comercial dependen de ellos para su alimentación y ciclo de vida.
Estos árboles, con sus características raíces aéreas, han desarrollado asombrosos mecanismos para sobrevivir en aguas saladas, filtrando la sal y absorbiendo oxígeno. Además, son verdaderos sumideros de carbono, almacenando más CO₂ que muchos bosques tropicales y actuando como barrera natural contra oleajes, tsunamis y erosión costera.
Un ecosistema bajo presión
Ecuador llegó a tener más de 360.000 hectáreas de manglar, pero en 1999 la cifra se redujo a cerca de 150.000 hectáreas. Las causas: expansión urbana, camaroneras y contaminación. Solo en Esmeraldas, la pérdida del ecosistema ha golpeado duramente a las comunidades que dependen de la pesca artesanal y la recolección de cangrejo.
A esta presión se suma un problema silencioso: la basura. Durante el reciente Día del Manglar se recogieron casi dos toneladas de desechos en áreas costeras, reflejo de la falta de conciencia ambiental y de sistemas adecuados de manejo de residuos.
El cambio climático y el papel de los manglares
En un contexto de olas de calor, lluvias extremas y fenómenos como El Niño, los manglares actúan como reguladores climáticos y protectores costeros. En países caribeños, por ejemplo, han sido clave para reducir el impacto de huracanes, y en Ecuador ayudan a amortiguar marejadas y tsunamis. Incluso influyen en la temperatura urbana: sin esta barrera verde, ciudades como Guayaquil serían mucho más cálidas.
Retos y oportunidades: restaurar, innovar y educar
Aunque Ecuador cuenta con un marco legal sólido y programas como las concesiones de uso sostenible, persisten problemas de control y articulación entre autoridades y comunidades. Fortalecer la gobernanza, aplicar tecnología (drones, imágenes satelitales) y garantizar educación ambiental son pasos urgentes.
El especialista Nelson Zambrano destaca que el futuro del manglar también está ligado a la ciencia y la innovación: “Si no investigamos su potencial, perderemos oportunidades en áreas como la biotecnología o la economía azul”. Desde compuestos con usos farmacéuticos hasta proyectos turísticos sostenibles, los manglares pueden generar desarrollo sin destruir el ecosistema.
Una prioridad nacional: el Golfo de Guayaquil
El mayor reto está en el Golfo de Guayaquil, un mosaico donde convergen ciudades, acuicultura, pesca y biodiversidad. Expertos plantean declararlo Reserva de Biósfera ante la UNESCO, lo que daría un respaldo internacional y abriría puertas a financiamiento para investigación, control y restauración.
Cuidar el manglar no es solo un acto ambiental, es una estrategia de supervivencia. Como recuerda Zambrano, “todo está conectado: perder manglares significa perder pesca, protección costera y calidad de vida”.