“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Manglares en resistencia: el pulmón verde que sostiene la vida costera
En el Día Internacional para la Conservación de los Manglares, expertos, comunidades y organizaciones se unen en una cruzada por proteger este ecosistema vital que no solo captura carbono, sino que también garantiza seguridad alimentaria y resiliencia frente al cambio climático.
Un bosque entre el mar y la tierra
Son barrera natural, cuna de biodiversidad, fuente de alimento y sustento, y ahora también, aliados clave en la lucha contra el cambio climático. Los manglares, ese ecosistema que crece donde el agua dulce se mezcla con la salada, fueron los protagonistas del programa 328 de Azul Sostenible, con motivo del Día Internacional para la Conservación de los Manglares.
Xavier Chalén, director de programas marino-costeros de Conservación Internacional Ecuador, habló sobre el rol ecológico, social y climático que cumplen los manglares en el país y en el mundo.
Un escudo climático con raíces firmes
Chalén explicó que el manglar es uno de los ecosistemas más eficientes en capturar carbono: “puede secuestrar hasta cuatro veces más carbono que un bosque terrestre”, precisó. Esta capacidad lo convierte en un actor esencial para frenar el avance del cambio climático.
Pero su valor va más allá del carbono azul. Los manglares regulan la calidad del agua, sirven de barrera natural ante tsunamis y marejadas, y albergan una biodiversidad vital para la pesca artesanal. “La corvina, el bagre, el cangrejo rojo y la concha prieta, todos dependen del manglar para reproducirse o desarrollarse”, añadió Chalén.
Comunidades que viven del manglar… y lo cuidan
Las comunidades costeras no solo habitan cerca del manglar, viven gracias a él. Desde la pesca artesanal hasta el ecoturismo y la recolección de cangrejos, cientos de familias dependen de este ecosistema. En lugares como la isla Santay o la reserva ecológica Arenillas, los pobladores protegen y aprovechan sosteniblemente este entorno, incluso promoviendo actividades turísticas nocturnas para avistar mapaches, venados o osos hormigueros.
“Si no cuidamos el manglar, también corremos el riesgo de perder nuestra seguridad alimentaria”, advirtió Chalén. De ahí la necesidad de involucrar a las comunidades, no solo como beneficiarias, sino como protagonistas de la conservación.
“Manglares para el clima”: un proyecto de país
Chalén presentó el proyecto Manglares para el Clima, ejecutado junto al Ministerio del Ambiente con financiamiento del Fondo Verde para el Clima. Esta iniciativa busca proteger y restaurar más de 150 mil hectáreas de manglar, fortalecer la gobernanza costera y trabajar con el sector camaronero para reducir su huella ambiental.
El proyecto contempla también la creación de una cuenta patrimonial para asegurar recursos a largo plazo, impulsar proyectos productivos comunitarios (como la miel de manglar o artesanías con escamas de pescado), y abrir oportunidades para mujeres emprendedoras.
Un ecosistema con valor patrimonial
Guillermo Morán cerró el programa mencionando: Si el cangrejo y la concha prieta son parte esencial de la cocina ecuatoriana, ¿por qué no pensar en el manglar como un patrimonio cultural y gastronómico digno de reconocimiento por la UNESCO?
Xavier Chalén coincidió: “El manglar no es solo un ecosistema, es parte de nuestra identidad, de nuestras memorias, de nuestras mesas”. La propuesta no suena descabellada. Como dijo una de las participantes desde Fenacopec: “Guayaquil debería ser la capital del cangrejo”.
En medio de la crisis climática, defender los manglares es apostar por un futuro más justo, sostenible y sabroso. Porque proteger el manglar es también cuidar la vida que se entreteje en sus raíces: la de los ecosistemas, las especies y las comunidades que lo han convertido en su hogar.