“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Propuesta de convertir la zona exclusiva de pesca artesanal en reserva marina genera debate en el sector
Pescadores artesanales reconocen el valor de la conservación, pero advierten que sin recursos, control y diálogo, la medida podría fracasar.
Un anuncio que sorprendió a la pesca artesanal
Durante el foro internacional Nuestro Océano en Panamá, el presidente Guillermo Lasso, junto a los ministros de Ambiente y Producción, anunció la intención de convertir las ocho millas de zona exclusiva para pesca artesanal en una reserva marina.
La noticia, que en principio suena como un avance en conservación, despertó inquietudes entre pescadores y dirigentes, quienes reconocen el valor de proteger los ecosistemas, pero piden que se socialice y se planifique antes de tomar una decisión definitiva.
Gabriela Cruz, presidenta de la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras del Ecuador (Fenacopec), agradeció la iniciativa pero fue clara: “No se trata solo de anunciar. Hay que sentarse con las comunidades pesqueras de cada provincia, porque la realidad y los problemas son diferentes”.
Retos: control débil y pesca ilegal
Para el sector artesanal, el mayor problema no es la falta de normativa, sino la escasa capacidad de control.
Pese a que las ocho millas exclusivas fueron una conquista histórica, pescadores denuncian que embarcaciones industriales de arrastre y cerco ingresan sin respetar los límites, incluso dentro de las vedas.
En provincias como Guayas, se suman artes de pesca depredadoras como los “rizos” y la flota merlucera autorizada en gobiernos anteriores, que según la dirigencia ha reducido la producción y deteriorado los recursos hidrobiológicos.
La preocupación es que, si no se resuelve primero el control efectivo y la eliminación de artes destructivas, una nueva figura de reserva marina podría terminar siendo “un fracaso más”.
Financiamiento, el punto clave
El sector plantea que cualquier cambio debe ir acompañado de inversión. Esto incluye:
- Compra de drones y embarcaciones para vigilancia.
- Reposición de motores para pescadores.
- Apoyo técnico y logístico en seguridad.
- Centros de investigación pesquera.
- Alternativas productivas y capacitación.
“Si no hay recursos, nos quedamos como estamos. La autoridad pesquera y ambiental deben trabajar juntas, con apoyo de prefecturas y municipios”, sostuvo Cruz.
El ejemplo de la contaminación en los manglares
La entrevista también puso sobre la mesa otro problema grave: la basura que afecta a los manglares del Golfo de Guayaquil, hábitat del cangrejo rojo y la concha prieta.
Pese a que esta es una responsabilidad del Ministerio de Ambiente y de los gobiernos locales, son los pescadores quienes organizan mingas para retirar toneladas de plástico y desechos cada año.El proyecto “Pescando plástico” liderado por Fenacopec ya ha recolectado más de cinco toneladas en una sola jornada. La meta para este año es llegar a 20 mil sacos de desechos, pero el reto logístico y financiero es enorme.
Conservación sí, pero con uso sostenible
Tanto dirigentes como expertos coinciden en que la conservación debe ir de la mano con el desarrollo social y productivo de las comunidades costeras.
El temor es que se repitan errores vistos en otras áreas marinas protegidas, donde las restricciones no han venido acompañadas de oportunidades reales para los pescadores.
El llamado es a construir una política integral para el perfil costero, que combine control, investigación, conservación y alternativas económicas sostenibles, en línea con el concepto de economía azul.