Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

“La pesca no puede esperar 30 años más”: pescadores de Galápagos alzan la voz por un reglamento justo
Frente a una normativa desactualizada y sin respaldo técnico, los pescadores artesanales exigen un nuevo marco legal que priorice la sostenibilidad, la economía local y su derecho a existir.
“Treinta años hablando de lo mismo”. Con esa frase, Manuel Patiño, pescador de Santa Cruz y presidente de la cooperativa COPROPAG, resume el sentimiento de frustración de quienes dedican su vida a la pesca artesanal en Galápagos. En esta entrevista, Patiño expuso con claridad y sin adornos una realidad que lleva décadas afectando a su sector: la falta de decisión política para garantizar una pesca sostenible, rentable y socialmente justa.
Un reglamento que ignora al mar y a quienes lo habitan
Galápagos, ícono global de conservación marina, enfrenta hoy una contradicción dolorosa: mientras se crean nuevas reservas marinas y se multiplican las restricciones, los pescadores locales se sienten cada vez más excluidos del futuro del archipiélago.
Según Patiño, el nuevo reglamento de pesca artesanal propuesto por el Parque Nacional Galápagos no recoge ni las necesidades reales del sector ni el conocimiento de quienes faenan día a día en el mar. “No entendemos por qué se enfoca únicamente en la pesca artesanal, dejando fuera modalidades clave como la pesca vivencial, turística o de altura, que podrían ser claves para aliviar la presión sobre los recursos costeros”, aseguró.
Crisis económica y exclusión normativa
La entrevista también reveló una dura realidad económica. El costo del combustible en Galápagos (hasta $3.30 por galón) triplica al del continente, y los insumos básicos como el hielo, los alimentos o el transporte se encarecen aún más en un entorno insular. A esto se suma la caída del turismo, que ha reducido drásticamente la demanda de pescado fresco.
“Vendemos a precios bajos, pero con costos operativos altísimos. Así no hay forma de sostener a una familia. Es como si nos quisieran sacar poco a poco del mapa productivo”, expresó Patiño.
Además, denunció que la normativa vigente basada en una ley del 2015 y un reglamento sin actualización desde entonces no responde al dinamismo del sector ni ha sido construida de forma participativa.
Diálogo sí, pero con resultados
Pese a todo, el sector pesquero no ha cerrado las puertas al diálogo. Al contrario: ha presentado ya una propuesta propia de manejo pesquero a la ministra de Ambiente, basada en prácticas sostenibles, actualización normativa y un marco técnico sólido. “Nosotros sí queremos conservar, sí queremos sostenibilidad. Pero también queremos sobrevivir. Queremos una normativa que nos permita seguir pescando con responsabilidad”, afirmó.
Hoy en día gran parte del atún que se sirve en los restaurantes de Galápagos proviene de fuera, mientras que a los pescadores locales no se les reconoce aún el derecho a desarrollar esa pesquería de forma sostenible.
El mar como territorio de vida
El mensaje desde Galápagos es: la conservación no puede hacerse a espaldas de los pescadores. Lejos de ser los enemigos del ecosistema, los pescadores artesanales han demostrado compromiso con la sostenibilidad desde la reducción voluntaria de capturas de tiburón, hasta el cambio hacia motores menos contaminantes y campañas de limpieza marina.
“Somos los que alimentamos a la comunidad, los que cuidamos el mar. Pero seguimos siendo tratados como el problema. Eso es injusto”, concluyó Patiño.
Galápagos merece una pesca con futuro
Si Galápagos quiere seguir siendo un ejemplo mundial de conservación, debe comenzar por reconocer a sus pescadores como aliados, no como obstáculos. Ya no basta con reunirlos para tomarse fotos o hacer talleres; es hora de escribir, juntos, un nuevo capítulo donde la pesca artesanal tenga un lugar digno y sostenible. Porque la pesca y los pescadores no pueden esperar 30 años más.