“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Fenómeno de El Niño: entre lluvias, incertidumbre y una urgente llamada a la acción
Expertos advierten que Ecuador no está plenamente preparado para enfrentar un nuevo evento climático extremo. La desatención estatal, la vulnerabilidad costera y la falta de prevención podrían agravar los impactos.
El cielo gris y las calles anegadas ya no sorprenden en Guayaquil. Tampoco el colapso de vías, las casas inundadas ni la amenaza constante del dengue. Lo preocupante, según la oceanógrafa María del Pilar Cornejo, no es solo la lluvia: es que seguimos sin estar preparados.
La especialista directora del Centro Internacional del Pacífico para la Reducción del Riesgo de Desastres explicó que Ecuador ya enfrenta un Fenómeno de El Niño en desarrollo. Aunque el evento aún no alcanza su punto máximo, sus impactos ya son visibles: vías cortadas, agricultura en crisis, brotes de enfermedades y la pesca artesanal paralizada por oleajes y lluvias.
“Estamos en una alerta amarilla. Ya conocemos la amenaza y sabemos que habrá impactos. Es momento de actuar”, señaló Cornejo.
La prevención empieza por casa… y por el techo
La experta enfatizó que la primera línea de acción está en los hogares: asegurar pertenencias, revisar los canales de desagüe, coordinar planes familiares y mantenerse informados con boletines del INAMHI. “No esperemos que lo haga solo el gobierno. La preparación empieza por cada uno de nosotros”, recalcó.
Pero, ¿y el Estado? ¿Y los municipios? Según Cornejo, la ley ya contempla comités de operaciones de emergencia (COE) desde juntas parroquiales hasta el nivel nacional. La estructura existe, pero rara vez se activa a tiempo.
“Hay que revisar los mapas de riesgo de cada territorio. La mayoría están desactualizados o ni siquiera existen. Y si no se sabe qué zonas son vulnerables, ¿cómo se previenen los desastres?”, cuestionó.
Agricultura, salud y pesca: sectores al límite
El impacto del fenómeno alcanza múltiples frentes. En el agro, las lluvias repentinas afectan siembras y decisiones productivas. En salud, aumentan los casos de enfermedades como dengue, leptospirosis y conjuntivitis.
Y en la pesca artesanal, la situación es alarmante. Oleajes extremos, lluvias intensas y falta de infraestructura segura para las embarcaciones han paralizado la actividad. A esto se suma la inseguridad y el abandono estatal.
“Muchos pescadores no pueden salir a faenar por días, y sin ingresos no pueden pagar sus créditos. Las instituciones financieras también deben asumir su parte y generar planes de contingencia”, sostuvo el conductor Guillermo Morán.
¿Y la ciencia?
Uno de los puntos más preocupantes abordados en el programa fue el debilitamiento de la capacidad científica del país. Desde 2017, los recortes presupuestarios a universidades e institutos técnicos han afectado la precisión de los modelos de pronóstico. A falta de radares y estaciones meteorológicas suficientes, la predicción del clima es más limitada.
Aun así, se destacó el trabajo de instituciones como el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (INAMHI), que ha mejorado sus modelos, y el aporte del sector pesquero que, a través de sus embarcaciones, puede proveer datos en tiempo real sobre temperatura, especies migratorias y condiciones oceánicas.
“La colaboración entre ciencia, sector privado y ciudadanía es clave. Lo que observan los pescadores en altamar es información valiosa para diseñar políticas públicas y mejorar nuestros pronósticos”, dijo Cornejo.
Un llamado a construir resiliencia
El Niño no es nuevo. Ha golpeado antes y lo seguirá haciendo. Pero si algo quedó claro en este espacio, es que la resignación no puede ser la respuesta.
“Cada fenómeno climático es una oportunidad para mejorar nuestra capacidad de adaptación”, concluyó Cornejo. “No se trata solo de resistir, sino de construir resiliencia real. Y eso se logra actuando ahora, no cuando la emergencia ya está encima”.