Ecuador frente al reto de la trazabilidad: ¿puede la pesca sostenible abrir más puertas al mundo?

Galápagos alza la voz: Pescadores artesanales reclaman espacio en la sostenibilidad
El primer encuentro provincial de pesca artesanal en las islas visibiliza una lucha de décadas por un desarrollo pesquero justo, regulado y con rostro humano.
Puerto Ayora fue el punto de partida. Más de 100 pescadores artesanales de Isabela, Santa Cruz y San Cristóbal se reunieron en julio de 2024 para hablar de lo que durante años no se ha dicho con fuerza suficiente: que las decisiones sobre el manejo de la Reserva Marina de Galápagos no pueden seguir tomándose sin quienes viven del mar.
El evento, promovido por la Corporación de Organizaciones Pesqueras Artesanales de Galápagos (Corpag), marcó un hito. Aunque no fue una cumbre, ni buscó protagonismo político, sí fue un espacio técnico, de base, que permitió socializar problemáticas históricas como la zonificación impuesta en 2016, la falta de apoyo institucional, y la necesidad urgente de un reglamento de pesca que fomente la actividad y no solo la sancione.
“No nos pueden seguir viendo como los herejes del paraíso”, afirmó Grace Unda.
Una reserva con reglas impuestas
Uno de los temas más sensibles fue la zonificación actual de la Reserva Marina. Aunque fue concebida para proteger la biodiversidad, los pescadores denunciaron que muchas de las áreas propuestas como zonas de conservación coinciden con sus espacios de pesca tradicionales. Y peor aún, no existen estudios técnicos que justifiquen esas limitaciones.
“Nos piden ceder sin demostrarnos que hay sobrepesca. La pesca aquí es artesanal, embarcaciones pequeñas. No hay pruebas científicas, solo decisiones hechas desde el escritorio”, insistió Unda.
El encuentro dejó claro que los pescadores de Galápagos no están en contra de la conservación, pero exigen que esta se construya con ellos, no contra ellos.
Un reglamento que aún no representa
A más de una década de la aprobación de la Ley de Galápagos, el reglamento de pesca artesanal dentro de la reserva aún está pendiente. Las organizaciones pesqueras critican que los borradores presentados hasta ahora priorizan el control y la sanción, pero no contemplan mecanismos reales de fomento y desarrollo sostenible.
“El sector pesquero está envejecido. No hubo nuevos permisos por años. Sin políticas públicas activas, no hay relevo generacional ni incentivo para permanecer en la actividad”, advirtió Unda.
Entre la incertidumbre y la esperanza
Durante el encuentro también se discutieron propuestas como planes de mejora pesquera, el impulso de estudios científicos participativos, y el diseño de un Plan de Desarrollo y Fomento Pesquero que permita articular acciones con el Consejo de Gobierno, municipios e instituciones de investigación. Pero el avance ha sido lento, y en muchos casos, nulo.
“Nos hemos sentido aislados. Nos hicieron creer que éramos diferentes, que no podíamos integrarnos al sector pesquero del continente. Este encuentro nos ayudó a entender que los problemas son los mismos. Y por eso, las soluciones deben ser compartidas”, reflexionó Unda.
Sin pescadores no hay sostenibilidad
Lo que ocurrió en Galápagos no es solo un encuentro local. Es una señal de alerta nacional. Porque si en uno de los territorios más protegidos del mundo, los pescadores tienen que levantar la voz para que se los escuche, entonces algo estamos haciendo mal.
La sostenibilidad no puede sostenerse sin justicia. Y la justicia empieza por incluir, dialogar y construir con quienes han sido históricamente excluidos. La pesca artesanal no es el problema. Es parte de la solución.