“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Golfo de Guayaquil en crisis: la basura y la tala de manglares amenazan su futuro
Autoridades y comunidades enfrentan una lucha contrarreloj para salvar uno de los ecosistemas más importantes del país.
Un humedal vital en riesgo
El Golfo de Guayaquil y sus manglares son mucho más que un paisaje costero. Este ecosistema alberga biodiversidad única, sustenta la pesca artesanal y actúa como barrera natural contra el cambio climático. Sin embargo, la contaminación y la tala ilegal de manglares se han convertido en amenazas crecientes, comprometiendo su equilibrio ambiental y la economía local.
Isabel Tamariz, directora zonal 5 del Ministerio del Ambiente, alertó sobre la gravedad del problema: “La basura no es de ahora, pero es urgente atenderla porque afecta no solo a la fauna, sino también a las comunidades que dependen de estas aguas”, señaló.
Capas de plástico sobre el manglar
La acumulación de desechos sólidos en el Golfo es crítica. Botellas, fundas plásticas, espumafón, incluso colchones y llantas, forman capas sobre el agua, alterando el hábitat de cangrejos, peces y aves. ¿La causa principal? La ausencia de un sistema regular de recolección de basura en las comunidades del golfo.
Para enfrentar esta situación, el Ministerio del Ambiente realiza mingas de limpieza durante la época de veda, logrando recolectar hasta 10 toneladas de desechos en pocas semanas. Sin embargo, Tamariz enfatiza que esto no basta: “No se trata solo de limpiar en un momento, se requiere un plan permanente y un modelo de gestión integral”.
El problema no termina ahí: la basura no proviene únicamente de las comunidades costeras. Parte llega desde centros urbanos, actividades turísticas e incluso de industrias que operan río arriba, lo que evidencia la necesidad de trazabilidad de residuos y corresponsabilidad empresarial.
Manglares: el bosque azul que desaparece
Los manglares, conocidos como “bosques azules” por su capacidad para capturar carbono, han perdido una tercera parte de su cobertura en los últimos 50 años en Ecuador. Aunque el 72% de los manglares de Latinoamérica está bajo alguna figura de protección, esto no ha frenado la tala en zonas no declaradas como áreas protegidas.
Un caso reciente expuesto por la autoridad ambiental muestra que se siguen otorgando permisos para camaroneras en áreas de manglar por errores en la normativa. “Estamos trabajando para revertir acuerdos que afectan ecosistemas y proceder con sanciones, pero también necesitamos restaurar de inmediato las zonas dañadas”, afirmó Tamariz.
Contaminación invisible: efluentes y metales pesados
La amenaza no se limita a los plásticos. Descargas industriales y aguas residuales domésticas llegan al golfo sin tratamiento, comprometiendo la calidad del agua y la salud pública. Estudios del Instituto Público de Investigación Acuícola y Pesquero (IPIAP) han detectado presencia de metales pesados en especies filtradoras como la concha, que forma parte de la dieta diaria de los ecuatorianos.
Por ley, ninguna empresa puede descargar efluentes sin planta de tratamiento. Sin embargo, las denuncias persisten. El Ministerio del Ambiente asegura que mantiene operativos y sanciones, e invita a la ciudadanía a reportar cualquier irregularidad.
¿Qué falta por hacer? Un plan integral y compromiso colectivo
Expertos y autoridades coinciden: el Golfo de Guayaquil necesita un plan integral de ordenamiento y gestión ambiental. Esto implica articular a municipios, gobierno central, pescadores, sector privado y ciudadanía para abordar la contaminación, el turismo desordenado y el crecimiento urbano sobre ecosistemas frágiles.
El Ministerio anunció la creación de una Dirección de Gestión Marino Costera, que buscará actualizar información cartográfica y coordinar con gobiernos locales acciones preventivas, no solo correctivas.