“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Pescando plásticos en el Golfo de Guayaquil: la lucha de los pescadores por salvar su hogar
Mientras toneladas de basura asfixian los manglares, el sector pesquero artesanal asume una tarea que debería ser compartida: limpiar para sobrevivir.
Un ecosistema bajo asedio
El Golfo de Guayaquil, uno de los espacios más productivos para la pesca artesanal y hábitat clave para especies como el cangrejo rojo, enfrenta una amenaza que no viene del mar, sino de la tierra: toneladas de basura plástica que terminan atrapadas en los manglares. Este problema, lejos de ser aislado, es un reflejo de la falta de gestión en la recolección de desechos y de la escasa conciencia ambiental en las ciudades.
Jorge Espinoza, coordinador de Fenacopec en el golfo, lo explica sin rodeos: “Hay una gran inconsciencia. Mucha basura viene de la ciudad, pero también falta un sistema adecuado de recolección en las comunidades”.
Pescando basura para poder pescar
Ante la falta de soluciones institucionales, los pescadores artesanales decidieron actuar. Así nació el evento “Pescando Plásticos”, una iniciativa que, en su segunda edición, reunió a más de 400 cangrejeros de 26 cooperativas para retirar toneladas de desechos.
El trabajo no es menor: hasta septiembre, solo este año, han recogido más de 7.600 sacos de basura, en su mayoría plásticos de un solo uso. Todo esto lo hacen con recursos propios: combustible, tiempo y mano de obra que podrían dedicar a la pesca. “No se trata solo de cangrejos. Esto afecta peces, jaibas y la salud de nuestras familias”, advierte Espinoza.
Manglares convertidos en vertederos
Las imágenes son impactantes: botellas, envases, utensilios y restos plásticos cubren los huecos donde habita el cangrejo, al punto de impedirle salir. “¿Cómo no se va a acabar el cangrejo, si los huecos están presos por la basura?” se escucha en uno de los testimonios durante la jornada de limpieza.
Los pescadores saben que esta no es una solución definitiva. La basura sigue llegando con cada marea y cada río. Sin embargo, estas limpiezas alivian el impacto momentáneamente y envían un mensaje urgente: el golfo no puede seguir solo en manos del abandono y la indiferencia.
¿Dónde están las autoridades?
El esfuerzo pesquero contrasta con la escasa respuesta institucional. Aunque este año se sumaron el Ministerio de Ambiente y la Subsecretaría de Pesca, el apoyo sigue siendo mínimo: guantes, sacos y poco más. El municipio de Guayaquil permitió el uso de un espacio para acopio, pero no cuenta con un plan permanente para estas zonas, que también son parte de su jurisdicción.
“En Europa se paga a los pescadores por retirar basura. Aquí, todo sale de nuestro bolsillo”, comenta Espinoza. Mientras tanto, las comunidades piden que las empresas que producen y comercializan plásticos contribuyan con fondos para la limpieza y el reciclaje, aplicando principios de economía circular.
Un llamado que no puede esperar
Los datos globales respaldan la urgencia: el plástico ya representa el 85 % de la basura marina y se estima que, para 2040, su producción se duplicará. Si no hay políticas públicas firmes, campañas de educación ambiental y un sistema de recolección adecuado en las comunidades costeras, el escenario es claro: en lugar de peces y cangrejos, pescaremos plástico.
Por ahora, son los pescadores quienes defienden el manglar, no solo por su trabajo, sino por el futuro de un ecosistema vital. Y aunque la imagen de una lancha cargada de basura pueda parecer extraña, hoy es el reflejo más puro de resiliencia y compromiso con el océano.