“Nos están dejando solos”: Manglares en peligro y pescadores bajo amenaza en el Golfo de Guayaquil

Redes que transforman: la iniciativa que convierte la contaminación en sostenibilidad
El programa “Redes de América”, impulsado por Al-Pesca y aliados en siete países latinoamericanos, recicla redes de pesca en desuso para convertirlas en productos útiles, reduciendo el impacto ambiental marino.
Darle una segunda vida al océano: el poder de reciclar redes de pesca
Durante años, las redes de pesca abandonadas en el mar han sido una de las formas más peligrosas de contaminación marina: atrapan tortugas, cangrejos, peces y mamíferos; permanecen en el agua durante siglos; y representan entre el 8 % y el 10 % del total de los residuos plásticos oceánicos, según estimaciones de la FAO. Frente a esta realidad, una iniciativa latinoamericana propone una alternativa innovadora, efectiva y replicable.
Hablamos del programa Redes de América, liderado por Al-Pesca (Comité para la Economía Circular de la Pesca en Latinoamérica), que promueve el reciclaje de redes de pesca en desuso para transformarlas en productos como gafas, ropa deportiva, equipamiento automotriz y objetos industriales. Esta acción no solo busca prevenir la contaminación marina, sino impulsar una economía circular basada en la cooperación regional.
“Una red abandonada puede seguir atrapando vida marina durante 300 años. Por eso, el objetivo principal es evitar que lleguen al mar”, afirmó Guillermo Molina, director de economía circular para LATAM.
Siete países, un solo océano
La meta inicial de este programa era ambiciosa: recolectar 4.500 toneladas de redes en tres años. A día de hoy, el proyecto avanza con fuerza en siete países latinoamericanos: México, Costa Rica, Panamá, Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Uruguay.
En Ecuador, el trabajo ha sido liderado por el biólogo Guillermo Molina, en articulación con el sector pesquero industrial y organizaciones como Tunacons. “Esta es una muestra de que el sector sí puede comprometerse con el cuidado del mar, no solo limpiando, sino previniendo”, comentó Morán.
La clave del programa es la colaboración entre tres actores principales:
- Las empresas pesqueras, que entregan las redes fuera de uso.
- Las recicladoras, que procesan el material para su reutilización.
- Al-Pesca, que actúa como puente entre ambos mundos, articulando logística, tecnología y cooperación internacional.
Del mar a tus ojos: el viaje de una red reciclada
Una red recuperada pasa por un proceso de reciclaje mecánico en el que se funde, se transforma en pellets (pequeñas “lentejas” plásticas) y luego se convierte en nuevos productos. Ejemplos tangibles son las gafas de sol que mostró el propio Guillermo Molina durante el programa. Estas se pueden adquirir en marcas comprometidas con la sostenibilidad como Patagonia o Karün, y están disponibles para compra online en toda Latinoamérica.
Los beneficios son múltiples:
- Reducción de emisiones: el reciclaje disminuye entre un 30 % y 90 % de CO₂ en comparación con la producción de plástico virgen.
- Menor uso de petróleo: se estima que reciclar 10.000 toneladas de redes evita el uso de hasta 70.000 barriles.
- Economía circular real: cada red que se convierte en un producto útil deja de ser un residuo contaminante.
Retos pendientes: ¿cuántas redes se pierden realmente?
Una de las preocupaciones expuestas en la entrevista fue la falta de datos claros. Aunque ONGs como WWF estiman que cada año se pierden entre 500.000 y 1 millón de toneladas de redes y aparejos, estos números no siempre reflejan con precisión la situación regional.
“Antes de saber cuántas redes se pierden, debemos saber cuántas se compran. Hay un vacío de información, especialmente en la pesca artesanal”, explicó Molina. Por ello, parte del esfuerzo de Redes de América también consiste en establecer diagnósticos más certeros y sistemas de trazabilidad para dar seguimiento al ciclo de vida de estos materiales.
Innovación desde Ecuador: plantados biodegradables
También se destacó una iniciativa desarrollada en Ecuador por Tunacons, que consiste en reemplazar los materiales plásticos no degradables de los plantados (dispositivos que atraen atunes) por opciones 100 % biodegradables, como abacá, caña y balsas. Estos nuevos prototipos ya están siendo compartidos con flotas de otros países como Panamá, Colombia y México.
“Estamos demostrando que sí es posible cambiar los materiales sin sacrificar efectividad en la pesca. El futuro está en innovar sin contaminar”, afirmó Morán.
Una red de conciencia colectiva
Más allá del reciclaje, el programa busca inspirar una transformación cultural. Desde las grandes industrias hasta las comunidades costeras, todos tienen un papel que cumplir. El Golfo de Guayaquil, por ejemplo, se enfrenta a una fuerte presión por la contaminación plástica, en parte proveniente de los ríos y ciudades río arriba. Iniciativas como la limpieza costera con pescadores artesanales y la creación de sistemas de monitoreo ambiental son pasos concretos hacia un futuro más limpio.
Como concluyó Molina:
“Ninguna actividad humana es inocua, pero sí podemos hacerla más responsable. Y lo primero es evitar que los plásticos lleguen al mar.”